Así no es casual que en todos los "ismos" o vanguardias históricas aparezcan nombres de mujer, que silenciados durante décadas comienzan a recuperar su lugar en la historia del arte. Asociada indiscutiblemente al Cubismo, aparece la figura insólita de Maria Blanchard.



Un cuerpo maltrecho, una alma libre

María Gutierrez Blanchard nació en Santander el 6 de marzo de 1881. Cuarta hija del matrimonio formado por Enrique Gutierrez y Concha Blanchard, su vida se vio marcada para siempre por el accidente que sufrió su madre al subir a un carruaje tirado por caballos unos días antes de dar a luz. La columna de María quedó deformada irreversiblemente. Sin embargo, su condición de jorobada en una España cruel e implacable con el lisiado, no la convirtió en una persona resentida. Su obra destiló siempre sensibilidad y belleza, incluso en la fase en la que abrazó por completo el cubismo.La devoción que su padre, un intelectual librepensante, sentía por ella fue definitiva para el desarrollo de su vocación pictórica. Pronto comenzó sus estudios de formación en Madrid con maestros como Emilio Sala, Fernando Álvarez de Sotomayor o Manuel Benedito. De este periodo son los retratos realistas de amigos a los que aplica la solidez en el dibujo y la abundancia del color que ha adquirido en su formación.En 1896 recibió la tercera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes por su cuadro Los primeros pasos. Pero a pesar del reconocimiento académico, las burlas y los insultos que recibía de aquellos que se cruzaban con ella por la calle, le hicieron desear desesperadamente marchar a París en busca de libertad y tolerancia.

 

Primer viaje a París

Gracias a una beca de 1 500 pesetas anuales concedida por la Diputación de Santander, la Blanchard consigue realizar su sueño parisino. En la ciudad de la luz coincide con una légión de artistas españoles y entra en contacto directo con el pintor catalán Anglada Camarasa de cuyo estilo ecléctico mezcla de modernismo decorativo y postimpresionismo tomará prestado el colorido brillante y su alejamiento progresivo del academicismo. La obra de 1910 Ninfas encadenando a Sileno su obra maestra de este periodo, refleja la influencia del pintor catalán.En París también conocerá a Diego Rivera y a Juan Gris e iniciará sus primeros contactos con el cubismo.

 

La exposición de los "Íntegros"

La Primera Guerra Mundial provocó que muchos artistas se exiliaran de París y que se instalaran en la neutral España. María Blanchard regresó a su país donde coincidió con alguna de las principales figuras de la vanguardia europea de las que ya empezaba a formar parte.Fue entonces cuando, aprovechando la coyuntura, Ramon Gomez de la Serna organizó en Madrid la exposición de arte moderno bautizada como La exposición de los íntegros. Entre los pintores expuestos se encontraban María Blanchard y Diego Rivera quienes por aquel entonces compartían estudio. Las obras cubistas o de inspiración cubista presentadas por primera vez en Madrid, recibieron el mismo rechazo que recibieron los impresionistas en su primera exposición parisina. A pesar de esto, la crítica especializada no dejó de ver a la gran pintora que se escondía detrás de "ese modo de manchar lienzos".Empujada por los apuros económicos María Blanchard aceptó un puesto de profesora de dibujo en Salamanca, pero abrumada y humillada por los constantes insultos y burlas de sus alumnos por su aspecto físico, abandonó España para siempre instalándose definitivamente en su amado París.

 

Cubismo, Neocubismo y Figuración

Desde 1917 a 1921 María Blanchard adoptará plenamente el cubismo y entrará a formar parte de la llamada Escuela de París. Su obra estará plenamente influida por Juan Gris con quien tendrá una intensa relación creativa y de amistad.Pero el espíritu de Blanchard es único y pronto aportará al cubismo una característica que la convertirá en una artista inconfundible. A los múltiples planos y transparencias de su cubismo sintético, la artista santanderina incorporará una coloración brillante convirtiéndose según algunos en "la maga del color".Instalada definitivamente en París, María Blanchard se dedica por entero a la investigación pictórica. Su arte evoluciona gradualmente. Junto a los pintores Lhote y La Fresnaye inicia el Neocubismo del que irá apartándose hasta llegar a la última etapa de su obra. Será a partir de 1922 cuando cultivará una figuración muy personal, con formas rotundas y colores agresivos que evidencian su paso por el cubismo pero que a su vez indican su definitivo alejamiento. Hasta el momento de su muerte, su obra se llenará de temas intimistas, llenos de melancolía, introspección y tristeza.En 1927 tras el fallecimiento de su gran amigo y colaborador Juan Gris, la pintora santanderina irá dejándose hasta que en 1932 fue consumida por la tuberculosis.

Justicia poética

Si María Blanchard sufrió desde niña la burla y el maltrato de quienes no la conocían, obtuvo el amor incondicional y el respeto de quienes tuvieron la suerte de estar cerca de ella. Escritores, artistas e intelectuales de la talla de Juan Gris, Picasso, Bracque, Apollinaire, Gerardo Diego, Ramón Gómez de la Serna o Federico García Lorca reconocieron su genio, su bondad y su generosidad y recibió de ellos toda la calidez y el respeto que la cruel sociedad española de la época le había negado. A su muerte Lorca escribió en la elegía que dedicó a la maestra del cubismo: "La lucha de María Blanchard fue dura, áspera, pinchosa, como rama de encina, y sin embargo no fue nunca resentida, sino todo lo contrario, dulce, piadosa y virgen."